En una hamaca abstracta
que pende del abismo
imperceptibles
transcurren tus años
Y no desespera
tu avance de tortuga
ni tu retraso
de reloj exhausto
Llega tu acecho lento,
tu plácido engaño,
liado a tu bostezo,
de paquidermo.
Vuelve tu andar enfermo,
de mil peldaños,
imperturbable,
arropado en sueños.
Y cuando casi te tengo,
atrapada en mi tiempo,
se que es tarde y,
otra vez me duermo.