Tener anteojos ¿Te hace inteligente?


Una teoría psicológica

El hecho extrañamente característico de que la mayoría de los llamados, vulgarmente, bochos, usen anteojos, podría estar relacionado con el desarrollo del aprendizaje del individuo. En efecto, al parecer, el que de pequeño tiene alguna afección a la vista, demuestra mayor inquietud por aprender a leer, deseo que puede estar vinculado a la curiosidad propia de la infancia incrementada por la necesidad de concentración que requiere, la observación o función visual, en un caso particular de esta naturaleza.

La asociación, que se incrementa en los dibujos animados, teatros e incluso cine y películas, representa, en el mayor de los casos, a científicos, genios, maestros y demás, como un grueso y enorme par de lentes que anteceden a un sabelotodo, algo desgarbado, que pasa la mayor parte de su vida entre los libros. Esta caricaturización puede estar justificada si se demuestra que, la existencia misma de esta deficiencia óptica, genera una cantidad de factores de tendencia. Mientras mayor sea el número de estos factores, de índole probabilística , más probable se hace una tendencia determinada.

Las lentes de armazón, que son, además de las primeras, las más comunes, le restringen, al mecanismo de observación humana (los ojos), la capacidad extensiva de visión natural, propiamente dicha, obligando al individuo a concentrarse dentro de un marco delimitado por la superficie de los cristales. Esa necesidad de concentración sumada al deslumbramiento inicial, al contemplar, por vez primera, tan nítidamente los detalles y colores ( tras la adquisición de las gafas correctoras), puede contribuir a que individuos con problemas a la vista y, en consecuencia, poseedores del artilugio en cuestión, tengan, como consecuencia, una mayor tendencia a destacarse en el campo intelectual.

La lectura, así como la capacidad de concentración, son condiciones muy favorables en el desarrollo del lenguaje, interpretación de los símbolos, resolución y rapidez mental. Estos parámetros estarían abarcando casi totalmente las ciencias científicas y literarias pudiendo, incluso, involucrar las artes visuales.

Otro de estos factores que se identifican como responsables del fenómeno “compensatorio” podría ser el ingrediente psicológico. Efectivamente, el hecho de usar gafas suele estar acompañado de un cierto tipo de discriminación que, deja, en el individuo una profunda huella.

A edades muy tempranas el problema de la presión, por parte, más que nada, de los compañeritos de escuela, no crea un complejo inmediato dada la poca importancia que los niños le dan al aspecto físico – estético ; sin embargo, en las cercanías de la pubertad, se hacen más fuertes las necesidades de autoestima y convivencia porque, entre otras cosas, comienza a tomar un papel importante el galanteo y la seducción, en estas circunstancias las mínimas expresiones de broma, burla u otra cualquiera manifestación que ataque el ego, la dignidad, etc, pueden desencadenar trastornos de personalidad en el sujeto afectado.

Una reacción bastante común, en el humano, es retraerse en el estudio, como medio de escape, en situaciones de vida similares y que coincidan con una personalidad en vías de desarrollo.

Por otra parte, al concentrarse, en actividades intelectuales, con mayor intensidad, el individuo se familiariza con los símbolos del lenguaje en cuestión, sean estos letras o números, y destaca, en consecuencia, respecto a los demás jóvenes.

En este punto, podríamos decir que ante tal particularidad, el resto de los adolescentes acrecienta el acoso y, por consiguiente, se intensifica, en el joven, el proceso ya mencionado.

Acerca de INTEGRACIONISMO

Trabajo en mi pasión, la búsqueda de soluciones y de respuestas. Cuando estas preocupaciones son profundas. Las llamamos metafísica. Cuando hay que inventar una solución práctica, me gusta la ciencia
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